Así valora hoy día, 22 años después
de haber recibido el premio Nacional de Literatura en el año 1997 por su novela Tiempo Muerto, el escritor dominicano Avelino Stanley, compromiso al que refiere
con aumentar la calidad y los temas que tienen que ver con la cotidianidad del
país y con los problemas de las gentes sencilla que a su juicio, deben ser
llevados a la literatura.
Stanley, un escrito dedicado fundamentalmente
a las novelas y los cuentos, aunque ha rozado en varios de sus libros con los
ensayos, resalta que su mayor preocupación al escribir ha sido la de tener una
prosa lo más acabada posible sin que la misma deje de llegar a la gente común.
El Escritor visita en el día de
hoy varios centros educativos del Distrito 1203 de El Seibo, con cuyos
estudiantes conectará a tavés de conversatirios tipos charlas, en los cuales
animará a los alumnos a interesarse por la literatura y la lengua española, así
como por la lectura.
Avelino Stanley está siendo
acompañado por la Licda. Dania Ramos, Analista Técnica de Lengua Española del
Distrito Educativo 1203 – El Seibo, del Ministerio de Educación de La República
Dominicana.
Avelino
Stanley nació en La Romana, en un lugar donde el silbido del tren cañero
competía con el canto de los gallos. Hijo de un cocolo –inmigrante de las
islas Saint Kitts and Nevis– y una dominicana de Higüey, Avelino entrenó la
mirada en los amaneceres que peleaban un lugar con el color de los cañaverales.
Años
después se hizo escritor, y en 1997 obtuvo el Premio Nacional de Novela por Tiempo muerto, un libro donde cuenta la
historia de un hombre que una vez, hace muchos años, sin pedir permiso a nadie,
se hizo a la mar y se instaló en las llanuras del Este de República Dominicana,
y luego se perdió en la bruma del tiempo: su padre.
Avelino
creció en el ingenio Consuelo, provincia San Pedro de Macorís. Cuando el sol
salía al otro lado de los rieles del tren cañero, los muchachos del lugar
jugaban a alcanzarlo, y aunque nunca lo lograban, las manos se les quedaban
llenas de luz.
En
Consuelo ya se pararon las maquinas del central y las flores se quedaron sin
futuro; ya las viejas chimeneas y la música de la molienda son nostalgias del
pasado. Y ahora, en el polvo de sus calles y en olvidados libros de historia,
está contada la tristeza de los tiempos.
Lo
que quedó de aquellos días fue un bagazo: unos hombres vencidos y olvidados,
lastimados por el tiempo y despedazados por la maquinaria de la injusticia, con
la vida a la deriva y ríos de penas corriendo en sus miradas: los cañeros. Y
por ellos aboga hoy Avelino Stanley, oriundo de los cañaverales, cronista de
los amaneceres del Este y Premio Nacional de Novela.
“Puede
ser que no actúe la justicia que hoy impera; puede ser que la justicia divina
se quede al margen, pero ese crimen de lesa
humanidad que se está cometiendo contra los cañeros será juzgado por
el más implacable de los juicios en el tribunal de la historia”.
Veinte
libros después del inicio de su carrera, este contador de historias llamado
Avelino Stanley presentó den el año 2018 su libro número 20: El caso número
cien, una novela sobre los feminicidios, en un intento de apoyar la lucha
contra esa problemática, ya convertidos en una epidemia.
Por: Jochy Hernández
No hay comentarios:
Publicar un comentario