Sin dudas que el término paraíso nos atrae a todos, especialmente a los que nacimos de este lado del mundo, puesto que hemos sido formados bajo las enseñanzas bíblicas y en cuyas se nos inculca la creencia de que existió un paraíso donde el primer hombre habitó y del que posteriormente fue desterrado, aunque también nos instruye a la meta de alcanzar ese paraíso al final de los tiempos, a través de la fe.
No obstante, en los últimos siglos y décadas, lejos de la significación alusiva “al paraíso” en La Biblia. Es indudable que en cada una de sus vertientes este adjetivo nos sigue atrayendo, sea para bien o para mal. Todos hemos oído y algunos hemos recitado frases como: paraíso fiscal, bebidas, gastronomías y panorámicas paradisíacas, entre otras, en fín, lo referente a paraíso nos contagia y nos atrae.
Adherido a éste, la alocución adverbial “sui generis” que nos ubica en la posición de ser peculiares o únicos, nos encaja muy bien como pueblo, porque de veras que somos una provincia única, ya que ninguna otra provincia del país aceptaría las vagabunderías que algunos políticos han hecho con nuestras decisiones en las urnas, constituyéndonos como Un Paraíso Del Negocio De Las Voluntades.
En el caso particular nuestro como provincia El Seibo, en lo referente al contexto político-electoral, es inocultable que le hemos resultado un paraíso excepcional a algunos políticos para que nos tomen como latas de una góndola del supermercado para hacer, de y con nosotros, lo que se les pegue la gana, cual si fuésemos objetos sin vidas “como productos enlatados”. El problema en esto es que nosotros mismos nos hemos dejado coger así.
Nos han faltado, como decía mi abuelo “dos dedos de frente” no solo para decirles a los políticos que nos ponen de mojiganga; si no también para demostrarles a éstos, que las cosas no son como ellos las hacen y que no estamos dispuestos a servirles de atajo para que ellos enlacen y luego se olviden del pueblo. Demostrarles que no hemos perdido la vergüenza y si que sí, es justo el momento para recuperarla.
En ningún pueblo donde el ciudadano se auto respete, se permite que un político venga y haga una campaña, el pueblo lo elija como senador y luego de ser elegido le negocie la senaduría a otra persona porque el gobierno de turno le ofrezca una cartera, dicho sea de paso, una senaduría que no era únicamente suya sino del pueblo que le botó en las urnas. Pero no obstante, luego regresa y hace campaña para ser diputado, el pueblo vuelve y le confía su voluntad y siendo elegido se la entrega como en heredad a un pariente suyo. Esas han sido jugadas de jaque mate para el político; pero una evidencia de cuan pendejos hemos sido nosotros como pueblo. Ambas son inaceptables cuando se tiene honor y vergüenza.
El tercer strike.
Ahora,
pal ´24, vuelve el juego, pa´ senador otra vez, piensa él; más como muchos, no
entiende que la generación cambió, que la sociedad de hoy no piensa como lo
hacía una década atrás, que “el defecto maguila: efecto de perseguir y
congregar a los sonsos, tontos e ignorantes, haciendo uso de artimañas,
mentiras y falsedades ocultas en una estrategia vanal y pamplina que se desarrolla utilizando el tiempo de
aquellos atraídos por la vagancia y el perezosísmo con el objetivo de persuadir”
resulta totalmente inoperante hoy día.
Como
solía expresar ese gran cantautor hatomayorense en una de sus canciones más
afamadas “hoy no es ayer, las cosas que se fueron no podrán volver…”
Por: Jochy Hernández.
No hay comentarios:
Publicar un comentario